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26 ago 2011


Sonidos que reviven un pasado ahora tan lejano e inexacto. Un pasado que quedó escondido en cajas, entre libros colmados de polvo y recuerdos olvidados; pero que indudablemente sigue allí, como una astilla clavada en lo profundo de la piel. Canciones que se desvanecen entre cigarrillos, que se consumen a la par de escritos sin sentido.
Entre medio de tazas de café repletas de nostalgia, rememoro el infierno mientras se suceden miles de recuerdos que llevo clavados en las entrañas y muchas noches no me dejan respirar.  Hoy, nuestro pasado nos condena, nos lleva a vivir muertos en vida, en una constante e interminable agonía de existir.
Y vuelvo a ese momento en que todo comenzó para intentar comprender cómo me dejé llevar por vos, pero es imposible encontrar la razón entre tanto ruido, entre nuestros gritos  que intentaban en vano ahuyentar los demonios que se escurrían en medio del amor. Hoy ya no puedes decirme quien ser ni que hacer, y en cierto punto me alivia que ya no seas capaz de decidir mi destino por mí. Pero olvidé como elegir mi propia vida, la costumbre de que me hagas y deshagas a tu manera me lo impide aún hoy.
Un alivio sin precedentes me ha invadido desde que me decidí a hacer  a un lado tu voz. Tu presencia ya no es hoy tan fuerte como solía serla, pero sigue oculta en las sombras, esperando alguna debilidad para tomarme de nuevo con las defensas bajas. No puedo darme el lujo de permitirte entrar en mí una vez más. Esta vez me matarías, no soy tan fuerte como quisiera.
Algunas cosas nunca deben ser permitidas. Y que vuelvas a tomar mi vida bajo tus manos es una de ellas.

11 ago 2011

"Dejaba el cigarrillo entre los labios, sabiendo que terminaría por quemárselos y que tendría que arrancarlo y aplastarlo como lo había hecho con esos años en que había perdido todas las razones para llenar el presente con algo más que cigarrillos”

Julio Cortázar.

1 ago 2011

Todo se da vuelta.



Entre la cafeína que no te dejaban probar cuando chico, prohibiéndote decidir, dando paso a que en un futuro los deseos acaben por convertir el apetito en adicción, junto al exceso de dulces que compraban en casa y el arrepentimiento que consigo llevaban cuando el estómago crujía y los envoltorios te rodeaban en el nuevo despertar; sumado al hecho de caminar al negocio más cercano para comprarle cigarros a tu abuela. Te convertiste en una marioneta del consumo que no puede someterse; una adicta a los vicios, a la abstinencia de la gula y al descontrol de la misma, terminando con el arrepentimiento de siempre; en una fumadora que se pierde y se reencuentra a ratos con su adicción al café, que llenó su maleta de chocolates para endulzar el corazón de los demás, y el suyo; una expropiadora con tildes alcohólicos que bordea los límites de lo irracional entre las sombras ingenuas tenues que en su contexto aterran en la oscuridad, olvidando a la verdad en el camino.