De repente hace más frío de lo normal. Los huesos se entumecen y la piel se enrojece; y es absurdo porque hoy hizo más calor
que ayer, al menos el sol se asomó mucho más.
En verdad día a día todo se esclarece más, parecía que al fin los nuevos tiempos llegaron. Al fin! - pensé-, pero sin embargo, entre toda la calma
y lo demás todo vuelve a decaer, y se hace imposible mantenerse en pie ante el maldito remezón; y lo peor es que se pronostican peores y ya las piernas pierden firmeza, tiritan y ya no quieren más, no pueden disimular. El frío no ayuda a soportar.
De café en café, de cigarrillo en cigarrillo, y todavía se hace difícil encontrar
los rastros diminutos de las pisadas pasadas, y parece que ya es en vano recorrer
hacía atrás solo para encontrar la identidad perdida; pareciera que día a día se pierde el tiempo, se atrofia el pensamiento y se desconocen las palabras y cuesta decir y traducir y todo cuesta un poco más.
De repente pareciera que entre tanto que sucede, mucho se pierde y que literalmente volveré a nacer.
Por cierto, el último grano de esperanza lo serví en el último café de ayer y se fue, no sé por dónde, pero sí sé que se fue y no lo tomé.