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31 dic 2009

Las fiestas tienen "algo" que a todo el mundo emociona o casi enloquece. Los preparativos, la comida, la familia, que las bebidas esten frias, que el champagne a las 12 este en la mesa, los brindis, los regalos. A mi en cambio me desagradan al punto de llegar a repugnarme.

Prefiero quedarme en mi departamento, junto a mis cigarrillos, mi café negro y alcohol que dure el transcurso de toda la noche y mate algunas horas. Observar desde mi pequeño balcón los fuegos artificiales a las 12 y ver el cielo brillar aunque no alcance a ver las estrellas. Debo admitir lo poco de envidia que me dan todos los demás, que encuentran algo especial en lo que yo no veo y nunca vi. Regalo? Regalo sería una buena compañía silenciosa que no hay, hasta el silencio retumba en mi cabeza, por mi cuerpo, en mis venas.

Espero que el año nuevo sea distinto, jamás he esperado nada, pero como todo comienzo trae consigo una sensación extraña, al igual que me sucede al estrenar un cuaderno en blanco, o comenzar a leer un libro nuevo.

Aunque todos los días sean nuevos, una hoja en blanco esperando ser escrita.
Aunque se asome el miedo a lo incierto.
Aunque al llegar la noche pocas veces haya cambiado algo por aquello, el miedo.
Miedo a lo no-conocido.

Ojalá despues de las 12 al mirar el cielo sienta el cambio recorriendo lo recóndito de mi cuerpo


Lo.

3 comentarios:

  1. Seguro que lo harás.
    Muak.

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  2. me encanto este post, espero lo mismo y muy buena analogía con lo del libro nuevo, te leo

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  3. Hola nena... los cambios siempre nacen dentro de uno, a partir de entonces es que todo lo demás se muestra diferente, se huele, se siente y se gasta de otra manera. Espero así, que este año nuevo lo que cambie sea tu cabeza, y será algo expansivo, maravilloso... Besotesss

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