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13 sept 2011

Cómoda inconformista.



No me acostumbro a este fragmento que ahora soy de lo que antes fui.
No me consuela el pensamiento conformista de que a su debido tiempo todo volverá a ser como antes.
No reconcilio el pasar de los días con el tiempo tendido, esperando a que las cosas sucedan más rápido, mientras que en mi desgano y razonamiento me cuestiono todo de brazos cruzados, simulando hacer algo para el que ha llegado tarde.
A veces de verdad todo parece un pronóstico mal creado, un error de la naturaleza que marcha y me marchita en mi realidad, envenenando los pasos, adormeciéndome las piernas y palpitándome el corazón, como tal taquicardia terminal que quisiera darle un final absurdo a todo delirio embriagado con circunstancias de la realidad y un toque de pánico infernal.

26 ago 2011


Sonidos que reviven un pasado ahora tan lejano e inexacto. Un pasado que quedó escondido en cajas, entre libros colmados de polvo y recuerdos olvidados; pero que indudablemente sigue allí, como una astilla clavada en lo profundo de la piel. Canciones que se desvanecen entre cigarrillos, que se consumen a la par de escritos sin sentido.
Entre medio de tazas de café repletas de nostalgia, rememoro el infierno mientras se suceden miles de recuerdos que llevo clavados en las entrañas y muchas noches no me dejan respirar.  Hoy, nuestro pasado nos condena, nos lleva a vivir muertos en vida, en una constante e interminable agonía de existir.
Y vuelvo a ese momento en que todo comenzó para intentar comprender cómo me dejé llevar por vos, pero es imposible encontrar la razón entre tanto ruido, entre nuestros gritos  que intentaban en vano ahuyentar los demonios que se escurrían en medio del amor. Hoy ya no puedes decirme quien ser ni que hacer, y en cierto punto me alivia que ya no seas capaz de decidir mi destino por mí. Pero olvidé como elegir mi propia vida, la costumbre de que me hagas y deshagas a tu manera me lo impide aún hoy.
Un alivio sin precedentes me ha invadido desde que me decidí a hacer  a un lado tu voz. Tu presencia ya no es hoy tan fuerte como solía serla, pero sigue oculta en las sombras, esperando alguna debilidad para tomarme de nuevo con las defensas bajas. No puedo darme el lujo de permitirte entrar en mí una vez más. Esta vez me matarías, no soy tan fuerte como quisiera.
Algunas cosas nunca deben ser permitidas. Y que vuelvas a tomar mi vida bajo tus manos es una de ellas.

19 jul 2011

Un café, un libro y la ausencia. Tuya o mía. Que unidad tan indivisible llegamos a ser un día que en este preciso instante no distingo la diferencia entre ambas partes. La música sonando en el fondo y las imágenes de una película que no dejan que me concentre de todo en mi pensamiento, y aún así, en compañía de tanto, me sienta aún tan solo.
No olvido recordar un instante, y entre líneas leo mensajes subliminales que presiento dirigidos a mi parte. ¡Qué manía exuberante de buscar respuestas hasta en el mismo aire!
Definitivamente es un mal día para concentrarse, el café se ha enfriado con el frio desgarrante y las hojas de mi libro se encuentran demasiado gastadas como para ser claras. Cerrando los ojos imagino, y es sólo a ti a quien miro.


11 ago 2009


historias que nacen de madrugada, delirios del desvelo. Oscuridad. Dos, tres, cuatro cigarrillos que se consumen en el tiempo. Tazas de café desparramadas sobre la mesa, la repisa y el suelo. Fantasmas merodeando suicidados, convertidos en palabras que no van a ningún lado. Un cúmulo de recuerdos envueltos en papeles desechados, aniquilados en el miedo.
Lluvia, afuera la lluvia. Se cuela por la ventana, la huelo, la siento, me penetra en los huesos, y revivo mientras el cielo se aclara, debe ser ya de madrugada. Pero aquí no pasa el tiempo, al menos no cuando escribo. No preguntemos por qué, ni como, sería ilógico por lo inexplicable del caso. Pero algo es cierto, cuando caliento el café del día anterior, agarro un papel y un lápiz y prendo un cigarrillo en el que con cada pitada consumo un poco de vida, el tiempo no existe. Muere, porque lo quiero muerto.
Importa la habitación, el café, el cigarrillo y las palabras que se dibujan solas para terminar coronando la decoración del piso abarrotado de hojas ya desechadas, con palabras que por haber sido plasmadas jamás podrán ser olvidadas.


Los mejores escritos nacen de los delirios de madrugadas