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20 ene 2010

Las palabras y el cigarro.




El alma que se consume aspirando la nicotina de uno de los cigarros de todo el día. 
Las palabras que estallan como disparos de una pistola con tiempo, sin ritmo, sin sonido. Palabras en mute que no quieren sonar pero que son leídas para ser comprendidas.
No se reproducen, se quedan ahí, donde siempre han estado, en la mente. En la única caja fuerte que es tan propia como tu ADN.
Las frases, las melodías que se forman en el pentagrama imaginario. El humo que se esfuma de los labios haciendo formas en el espacio. Círculos en la atmósfera, corazones en el aire y letras que se lleva el tiempo.
Los cigarros y las palabras dejan abierto el pasillo para la incoherencia, la puerta hacia la lógica y el castigo del delirio.
El cigarro te mata pero también te calma. Saca palabras que guardadas estaban, conclusiones existenciales. Extrae recuerdos de varias mentes y hace sentir las sensaciones más directas que nunca.

. Antonella Dawson.

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