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14 nov 2011

La realidad abrazando una belleza putrefacta integrada con el esqueleto de unos varios cigarrillos asesinados y unas varias colillas que publican una ápice evidencia de que ya no formarán más parte de las cenizas ya consumidas.
El pasado añejándose en la copa trizada que no te animas a desechar porque sabes que, aunque no quieras, un día volverás a beber de ella arriesgándote (o tal vez esperando) a cortarte el labio y sangrar.
Aunque sabes perfectamente cada minucioso detalle de ese camino, te tienta. Pero ahora solo te mantienes sentada en un muro con peligro de derrumbe. Fumándote el último cigarrillo de la cajetilla, acabando o aguardando dar el gran salto.

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